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Desde los cuentos de hadas hasta las comedias románticas, el amor romántico ha sido idealizado como la cúspide de la felicidad humana. “El amor todo lo puede”, “la media naranja”, “quien bien te quiere te hará llorar”, o “los polos opuestos se atraen…”, son frases que seguro has escuchado y que se han grabado en tu inconsciente casi sin querer.
Así es como las películas y series que vemos, los libros que leemos e incluso las frases populares que se transmiten generacionalmente, pueden ser el caldo de cultivo perfecto para definir la forma en la que nos relacionamos hoy en día. O, mejor dicho, desde dónde lo hacemos y qué patrones, pensamientos y esquemas aprendidos se activan cuando hablamos de amor.
Sin embargo, esta visión puede generar expectativas poco realistas y relaciones insatisfactorias. Este tipo de creencias perpetúa la idea de que el amor verdadero es exclusivo, eterno y capaz de superar cualquier obstáculo. Pudiendo llevarnos a pensar que no sabemos amar, a justificar comportamientos tóxicos o a mantener relaciones que no son saludables.
Hemos crecido rodeados de cuentos e historias que disfrazaban sacrificios, silencios y sufrimientos como gestos de amor verdadero.
La Sirenita renuncia a su voz, a su hogar y a sí misma por un amor que apenas conoce. Blancanieves solo podrá despertar si un príncipe la besa. Cenicienta era pobre e infeliz, hasta que El Príncipe azul le coloca su zapato. A Jasmín le mienten para enamorarla, pero todo se justifica porque “es amor”.
Bella es encerrada, maltratada y gritada, pero el amor transforma a Bestia en el príncipe que ella espera y desea. Pocahontas, con solo una mirada, se enamora de un colonizador, como si el destino del mundo dependiera de su corazón.
Estas historias no solo nos entretuvieron; sembraron mitos que aún hoy pesan en cómo concebimos el amor y qué esperamos de él. Por ello, en este artículo recogemos 9 mitos del amor romántico que podrían esconderse detrás de éstas y otras películas:
Hemos aprendido que el amor todo lo puede y que es sacrificio. Que, si hay amor de verdad, no importa lo difíciles que sean los problemas, puesto que, con amor, sabremos encontrar la salida. Esto nos lleva a creer que tiene el poder de cambiar a la otra persona, de suavizar discusiones, de curar heridas y resolver cualquier diferencia.
Esta idea tan reconfortante como arriesgada, nos hace pensar que amar es suficiente, incluso cuando todo lo demás se desmorona. Pero, ¿y si no todo puede salvarse solo con amor?
Hemos escuchado muchas veces que estar enamorado significa no sentir nada por nadie más. Que si de verdad amas a tu pareja, no puedes –ni debes– mirar a otra persona.
Esta creencia se basa en la idea de que todo deseo, pasión y atracción deben estar dirigidos exclusivamente a una sola persona. Como si el corazón, la mente y el cuerpo pudieran apagarse selectivamente para encajar en lo que se espera del “amor verdadero”. Pero, ¿es realmente tan simple el deseo humano?
Cuando estar en pareja se convierte en obligación. Y es que, vivimos en una sociedad que nos susurra —y a veces nos grita— que tener pareja es lo “normal”. Desde películas hasta conversaciones cotidianas, la idea está tan arraigada que parece que estar solo es sinónimo de estar incompleto.
Según este mito, no tener una relación sentimental no solo sería extraño, sino que casi automáticamente se asocia con infelicidad. Pero, ¿y si la verdadera rareza no es estar solo, sino vivir buscando una media naranja que quizá no necesitamos?
Este tipo de creencias se relacionan con el mito anterior y nos vendrían a avisar de que la verdadera felicidad solo llega cuando encontramos a “esa persona especial”. Que no estaremos completos hasta vivir una historia de amor digna de película, encontremos a la persona a la que nos une un hilo rojo o al “príncipe/princesa” que nos lleve a su castillo.
Nos dice que la plenitud personal depende de tener una relación sentimental pero, ¿qué pasa cuando esperamos que alguien más nos dé lo que no hemos aprendido a darnos a nosotros mismos?
Nos gusta pensar que el amor es una elección libre, que cuando nos enamoramos es porque lo decidimos con el corazón y nada más. Pero ¿y si no fuera así?
Este mito sostiene que nuestras ideas sobre el amor, nuestros gustos, y hasta la elección de pareja son decisiones puramente personales, ajenas a cualquier influencia. Sin embargo, vivimos rodeados de mensajes sociales y culturales que nos dicen cómo debe ser el amor, qué es deseable, quién vale la pena y quién no. Entonces, ¿realmente elegimos a quién amar, o simplemente repetimos lo que nos enseñaron y enseñan a desear?
En este mito, los celos se disfrazan de amor, y es que nos han repetido tantas veces que son una prueba de ello, que hemos llegado a creerlo. Casi como si sentir miedo de perder al otro fuera algo romántico. Este mito, profundamente arraigado —sobre todo entre los más jóvenes—, nos hace pensar que quien cela, ama. Que los celos son una señal de que le importas, de que no quiere compartirte, de que eres “solo suyo”.
Pero en realidad, detrás de esa aparente muestra de amor, se esconde una idea peligrosa: el amor como posesión. ¿Y qué pasa cuando el amor deja de basarse en la libertad para convertirse en control?
Desde pequeños nos enseñan que, si el amor es de verdad, entonces debe terminar en boda y convivencia. Que el "final feliz" es compartir techo, cama, facturas y proyectos. Este mito sostiene que un amor auténtico solo se valida cuando se sella con un “sí, quiero” y una casa en común.
Pero, ¿y si no todos los amores quieren lo mismo? ¿Y si amar no significa necesariamente seguir el guion que otros escribieron para nosotros? Quizás las perdices ya no se encuentren entre nuestros platos favoritos.
Tanto en consulta como en nuestro día a día, escuchamos con frecuencia que, si ya no sientes mariposas en el estómago, si la pasión no arde como al principio, entonces es que el amor se ha acabado.
Este mito nos empuja a pensar que cuando se apaga el fuego inicial, lo más sano es dejar la relación atrás. Pero el amor real no siempre se siente como una película romántica. Ese fuego inicial nos hablaría del enamoramiento, la primera fase en las relaciones de pareja donde nos vemos inundados por dopamina y cortisol. Posteriormente, el amor se tornaría más suave, más cotidiano, más profundo.
Confundir enamoramiento con amor es como creer que el primer latido lo es todo… y olvidar que el corazón sigue latiendo mucho después.
Hay un mito tan silencioso como devastador que sigue rondando en muchas relaciones: la creencia de que el amor y la violencia pueden ir de la mano. Que los gritos, los celos, los empujones emocionales o físicos son parte de amar intensamente. Que quien te ama puede herirte… y que eso es “normal”.
Este mito nos dice que el amor puede doler, que incluso puede herir, y aun así ser amor. Pero no lo es. Es cierto que todas las parejas discuten, pero también lo es que el amor no debería hacer daño. Y ninguna forma de violencia, por más disfraz que lleve, es una expresión de afecto. El amor no duele, lo que duele es la distorsión que nos enseñaron de él.
Te propongo algo sencillo pero revelador: dedica solo cinco minutos a leer las siguientes frases. Detente en cada una, piensa en lo que realmente dicen... ¿Puedes identificar los mitos del amor romántico que podrían esconderse detrás?
'Eres lo que no sabía que necesitaba. Ahora tengo claro que te necesito aquí siempre'. — Tiana y el sapo
Mito de la media naranja
'El amor sin locura, es una simple rutina'. — Up
Mito de la equivalencia o pasión eterna
“No tendría nada si no te tuviera”. — Monstruos S.A.
Mito del emparejamiento
“Amor es poner las necesidades de alguien más antes que las tuyas”. — Frozen
Mito del amor Omnipotente
- ‘Prefiero morir mañana que vivir cien años sin conocerte’. — Pocahontas
Mito del emparejamiento
-‘En lo profundo de mi alma sé que soy tu destino’. — Mulán
Mito del libre albedrío
'Cuando estoy contigo, no me siento tan solo'. — Hércules
Mito del emparejamiento
‘El amor es una canción que nunca termina’ — Bambi
Mito de la equivalencia o pasión eterna
'El hermoso amor, el grandioso amor, ¡así es nuestro amor!”. — Tiana y el sapo
Mito del amor omnipotente
En el contexto terapéutico, trabajamos este tipo de ideas preconcebidas en torno al amor romántico tratando de cuestionar estos mitos y promoviendo una visión del amor basada en el respeto mutuo, la autonomía y la comunicación. Identificar los mitos aprendidos y de dónde vienen, puede ser el primer paso para desidealizar el amor romántico y cuestionar su validez.
El amor saludable no implica sacrificio constante ni la pérdida de la propia identidad, sino que se construye sobre la base de la escucha, la comprensión y crecimiento conjunto.
Al desmitificar el amor romántico, podemos fomentar relaciones más auténticas y satisfactorias, donde cada individuo se sienta valorado y libre para ser quien es.
“El amor hace posible la paradoja de dos que se vuelven uno sin dejar de ser dos”. Erich Fromm